TERREMOTO DE NEPAL
Los extrajeros
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La Torre Dharahara, un reclamo turístico del siglo XIX, se convirtió en una tumba
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El checo Pavel estaba de vacaciones y le pilló el seísmo preparándose para ir a la montaña
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Yarden y Hila agradecen que su embajada, la de Israel, actuase rápido tras el terremoto
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El paquistaní Saeed llegó justo el día de la catástrofe, poco antes del temblor
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Según el Banco Mundial, en 2010, 1 de cada 4 nepalíes vivía bajo el umbral de la pobreza
Una turista junto a miembros del equipo de rescate en el barrio de Thamel. NARENDRA SHRESTHA / EFE / EPA
Actualizado: 30/04/2015 02:22 horas
Thamel, el barrio por excelencia para los viajeros que visitan Katmandú, empieza a reanimarse. No es de los más dañados en la ciudad, pero sus estrechas calles vivieron en silencio, vacías, los tres primeros días del desastre que se ha cobrado la vida de más de 5.000 personas, una cifra en aumento. Ahora, muchas tiendas de ropa de alpinismo, otras de recuerdos tradicionales y cada vez más restaurantes han levantado la persiana para volver a hacer negocio.
A Pavel, un checo que lleva tres semanas en Nepal de vacaciones con su pareja y dos amigos, le pilló el seísmo preparándose para ir a la montaña. „El mismo sábado del terremoto yo iba a ir a hacer ‘trekking’ a Langtang y resulta que fue de las zonas más dañadas”, lamenta al ver sus planes truncados. Decidió entonces quedarse en Katmandú. „No hemos ido de compras hasta ayer (por anteayer) porque estaba todo cerrado pero, eso sí, hemos visto los templos dos veces, cuando estaban en pie y cuando no”, afirma.
La Torre Dharahara, un reclamo turístico del siglo XIX de la capital nepalí, se convirtió en una tumba masiva al caer desplomada con el terremoto. Unas 200 personas perdieron la vida allí. Desde entonces, lo poco que queda de ella vuelve a ser una atracción para los viajeros, que no dudan en hacerse ‘selfies’ sonrientes con las ruinas detrás, un gesto que molesta a no pocos nepalíes testigos de la escena.
Yarden y Hila agradecen que su embajada, la de Israel, actuase rápido tras el seísmo llamando a todos sus compatriotas a la embajada. „Hemos estado tres días allí, durmiendo, buscando como locos una conexión wifi para hablar con nuestras familias y viniendo a veces a andar a Thamel intentando buscar algún sitio para comer, pero era difícil”, cuenta la primera joven, que acaba de terminar el servicio militar obligatorio en su país. „Estábamos muy asustadas por las réplicas durante tres días”, añade su amiga. „El martes empezaron a abrir las tiendas y los hospedajes así que vinimos a Thamel, a una pensión y nos duchamos por primera vez en tres días”.
Tanto Pavel como las dos jóvenes se van hoy del país con vuelos preparados por sus gobiernos. Ayer aterrizó en Madrid el segundo avión con ciudadanos españoles, completando así la repatriación de los españoles en Katmandú, si bien todavía quedan 103 en Nepal con los que Exteriores no ha podido contactar.
El paquistaní Saeed llegó justo el día del terremoto. Aterrizó poco antes de que el horror se extendiese por todo el país. Tras la primera conmoción ante el escenario menos previsto en sus planes, decidió hacerse voluntario. „¿Cómo podría ser un turista más teniendo delante lo que tenía? Basta con ver los campamentos y el caos de los primeros días para darse cuenta de que había que hacer algo”.
Según el Banco Mundial, en 2010 uno de cada cuatro nepalíes vivía bajo el umbral de la pobreza. La economía de este país de 28 millones de personas depende principalmente de la agricultura, pero el creciente turismo representa el 8,2% del PIB y cada mazazo a este sector, como las tragedias en el Everest y el Annapurna en 2014 o el reciente seísmo, el peor en 81 años en el país, duelen en las arcas del Estado que recibe al año a unos 800.000 visitantes extranjeros. Por eso, Pavel tiene claro lo que hará cuando vuelva a su casa en Praga. „Sin duda, el mensaje que llevo a mi país es invitar a la gente a que venga a Nepal en la próxima temporada de octubre. Venir es la mejor manera de ayudar a este país”, dice antes de entrar en un restaurante abarrotado de occidentales.
Forrás: http://www.elmundo.es/internacional/2015/04/30/55413267268e3e53038b4572.html