Actualizado: 09/05/2015 20:06 horas
No admite dudas este Barcelona en el que la santísima trinidad juega de principio a fin, haga frío o calor. Poco importó que se encontrara con un magnífico portero, Gerónimo Rulli, y con una Real Sociedad con calidad suficiente como para despertar antiguos demonios. Tal es el ansia del equipo de Luis Enrique por atrapar la gloria que, tras un primer tiempo en el que se le negó el gol, volvió al campo con su perfil más indómito y la convicción de estrangular a su rival hasta derrocar su resistencia. [Narración y estadísticas (2-0)]
El cabezazo a la red de Neymar, tras un centro de Messi que Mikel, muy desafortunado, convirtió en asistencia, y la espectacular chilena de un Pedro condenado este curso a la indiferencia, arriman la Liga a los azulgrana cuando sólo quedan ya dos jornadas por delante. Atlético, en el Calderón, y Deportivo, ya en el Camp Nou, aguardan en los últimos escalones.
Cuando se husmea la recompensa, todo cuesta. Llegados a este punto, con partidos cada tres días en los que el error se emparenta sin remedio con el fracaso, no resulta fácil que piernas y cabeza mantengan la frescura apropiada. Más si cabe después del titánico desgaste físico y emocional que supuso al Barcelona la goleada del pasado miércoles frente al Bayern de Guardiola, quien vuelve a esperar a la vuelta de la esquina con la épica muniquesa por bandera. Así que no sorprendió que la Real Sociedad de Moyes, un equipo más que aseado, de jugadores técnicos siempre dispuestos a echarse a volar y con la única aspiración ya esta temporada de divertirse, lograra incomodar a los azulgrana durante 51 minutos.
Duelos al sol
Los suspiros, sin embargo, nunca habrían hecho acto de presencia de no ser por un chico de 22 años llamado Rulli y que amenaza con convertirse en portero referencial de Argentina en los próximos años. Habrá quien le reproche la irregularidad propia del meta sudamericano, con escasa tendencia a atajar. Pero sus reflejos en los duelos al sol, con pies y manos siempre a punto para asomar en el momento correcto, le convierten en una tortura para los rivales.
El Barcelona, que había arrancado la soleada tarde animoso, como si insistiera en prolongar su última orgía continental, fue retorciendo su juego al compás de las intervenciones de Rulli. Ni siquiera se había alcanzado el cuarto de hora y el ex meta de Estudiantes de la Plata ya le había arrebatado un gol a Messi y otro a Neymar. En el primero, el ‘diez’ azulgrana, que volvió a agradecer la asistencia de Alves, había rotado lo suficiente el cuello para que la pelota salvara la oposición del meta. Rulli, sin embargo, se las apañó para que sus dedos evitaran el tanto. Mientras que Neymar, que venía de derrotar en uno contra uno al mejor portero del mundo, Manuel Neuer, no encontró tampoco la manera de sortear la presencia del arquero de la Real, capaz de cercenar la ocasión cerrando las piernas.
El equipo de Moyes encontraba oxígeno a partir de su retaguardia. Incluso se permitía el lujo de disputarle el balón a un Barcelona que, sin el centro del campo titular (descansaron de inicio Busquets, Rakitic e Iniesta) y con Mascherano, Xavi y Rafinha al mando, mostraba ciertas dificultades para dar fluidez y sentido al juego en un primer acto de desgobierno. La Real Sociedad, mientras, advertía que todo error podría costarle caro a los locales. Lo tuvo Bartra, que pagó con una mala tarde y una sustitución a destiempo otra temporada de gregario. El colegiado, eso sí, evitó que el central quedara marcado al apreciar fuera de juego cuando Bravo aparecía como último rival a batir por Vela.
Calma y gestión
Rulli, al otro lado del campo, proseguía con su exhibición. Esta vez con una mano inverosímil a remate de Piqué, que tampoco acertó con su inmediata chilena. Pero tal fue el acoso en el amanecer del segundo tiempo que el portero de la Real Sociedad, después de salvar un testarazo que debió ser redentor para Bartra, no pudo más que admitir la derrota. Neymar sólo tuvo que orientar bien la cabeza para aprovechar la deficiente prolongación de Mikel.
La calma llegaría así al Camp Nou. El Barcelona encontró la forma de gestionar el duelo, Xavi pudo gustarse y celebrar jugadas de extrema plasticidad, y Pedro, cada vez más convencido de su salida el próximo verano ante la imposibilidad de arrebatarle un puesto a la troika -esta vez tuvo que salir Rafinha para hacerle un hueco al canario- cerró la faena con uno de aquellos goles que se recuerdan para siempre.
Forrás: http://www.elmundo.es/deportes/2015/05/09/554e4c9922601dbc058b4573.html