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‘Tenemos miedo de volver a casa. Tiene grietas y no nos fiamos. Estamos 22 familiares en una carpa’

Terremoto en Nepal

La vida en la capital del país golpeado

  • Miles de familias habitan desde hace tres días en plena calle en Katmandú

  • La ciudad sufre lluvias, obligando a refugiarse a los supervivientes bajo telas con agujeros

Una niña nepalí, ante una de las carpas donde se han refugiado familias enteras, en Katmandú. Reuters

VÍCTOR M. OLAZÁBAL Especial para EL MUNDO Katmandú

Actualizado: 28/04/2015 13:56 horas

Es media tarde y empieza a salir el sol después de unas horas de lluvia en Katmandú, algo que agradece las miles de familias que habitan desde hace tres días en plena calle, bajo unas carpas improvisadas.

Bina K.C y su hermana Binuka cuentan que llevan todo ese tiempo frente a su casa, en el barrio de Gaushala, en una carpa de no más de seis metros cuadrados. „Aquí estamos 22 en total, entre familia, amigos y algún vecino”, dice la joven Bina para justo después ir señalando uno a uno quién es cada cual.

Su hermana explica que se pasan el día bajo su nuevo hogar porque la universidad está cerrada. Estudia para, en un futuro, dirigir un hotel. Todavía queda mucho para eso. De momento, mientas los días pasan bajo esa tela con agujeros, beben té caliente, hablan y evitan no mojarse los pies con la lluvia de fuera.

Ambas reconocen que tienen miedo de volver a casa. „Tiene grietas y no nos fiamos, es mejor estar aquí unos días, aunque no sabemos cuántos”, afirma Binuka. En cualquier caso, en Gaushala no se ve el dolor que sí recorre la zona de Sundhara, donde el temblor no tuvo piedad.

Fuera de las tiendas de campaña, y bajo una lluvia leve, el tráfico es fluido en Katmandú. Las calles están llenas de vida gracias a los transeúntes que recorren de un lado para otro sus barrios o que se juntan en corros para hablar del tema que les ha cambiado la vida. Muchas tiendas, no obstante, permanecen todavía cerradas.

La situación en el aeropuerto

Tres días después del terremoto mortal que devastó Nepal, el pequeño aeropuerto de su capital poco a poco se descongestiona, aunque sigue funcionando de manera intermitente. Todavía los aviones hacen cola para aterrizar. El lugar ha cobrado un aspecto militar por la presencia de varios aviones de distintas fuerzas aéreas. Estados Unidos, China, Pakistán o Italia tienen desplegados aviones en una pista central que recibe cada poco algún vuelo comercial.

En la terminal se cruzan los sentimientos de quienes llegan con nervios ante un panorama que desconocen y quienes se van, sonrientes, seguramente a una vida más cómoda y segura. Los primeros por lo general son autóctonos que vuelven para estar con sus seres queridos, periodistas y voluntarios foráneos y equipos de rescate, como un grupo de 70 japoneses especializados en ayuda en desastres que reconocen „estar preparados para lo que sea”. Los segundos tienden a ser extranjeros que abandonan una pesadilla y vuelven a sus países.

Pero no todos regresan a casa en avión. Sobre una explanada de barro y charcos, a las afueras de Katmandú, una kilométrica fila de indios aguarda para subirse a unos autobuses destartalados. Anshar, de 15 años, está entre ellos junto a sus dos hermanos. „Volvemos a UP [Uttar Pradesh]”, en el norte de India. Allí les espera su familia. „En India no hay terremotos, es más seguro que esto”, afirma. No sabe que en su país también murieron decenas de personas por el impacto del seísmo.

El Gobierno nepalí ha decretado tres días de duelo nacional por las víctimas del seísmo.

Forrás: http://www.elmundo.es/internacional/2015/04/28/553f720622601d7f098b456e.html

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